Uno de los aspectos más distintivos de la política económica de Donald Trump fue su enfoque proteccionista en cuanto a aranceles respecto a China. Trump inició una guerra comercial contra el gigante asiático, aumentando de manera significativa los aranceles sobre una amplia gama de productos importados desde China. Y en respuesta, China no tardó en tomar represalias, elevando considerablemente los aranceles sobre numerosas mercancías, especialmente agrícolas, provenientes de Estados Unidos. A este período 2017-2019 se le conoció como la Guerra Comercial, una práctica económica que fue altamente criticada en todo el mundo occidental.

Por ejemplo, Trump impuso un arancel comercial del 25% sobre los vehículos eléctricos provenientes de China.

Biden cuadriplica la apuesta

Pues bien, la semana pasadaJoe Biden candidato a la reelección como Presidente de los EEUU por el Partido Demócrata, impuso un arancel a la importación de vehículos chinos del 100% de su precio. O dicho de otro modo, para que un consumidor estadounidense adquiera un vehículo eléctrico chino, deberá pagar el equivalente a dos vehículos chinos.

Desafortunadamente, este incremento en los aranceles no se limitará solo a los vehículos eléctricos, sino que también afectará a otros productos que China fabrica a menor coste, como las placas fotovoltaicas y las baterías eléctricas.

Este escenario resulta especialmente problemático dado el contexto actual de la transición energética. Y es que las élites burocráticas, las mismas que nos fuerzan sí o sí a una carísima transición ecológica que no termina de llegar, con el objetivo de abandonar rápidamente el uso de combustibles fósiles, ahora quieren penalizar la compra de vehículos eléctricos o placas solares, producidas a menor coste. Es decir, China, que ha sido capaz de alcanzar altos estándares de eficiencia en términos de calidad y coste en algunos de los componentes esenciales para esta transición, ahora se verá penalizada. Y todo mientras que nos lavan la cabeza con más y más transición ecológica.

Sea como fuere, la noticia es un mazazo para la eficiencia en materia energética limpia, eso sí, algunas empresas yankees productoras de vehículos eléctricos como Tesla (TSLA) o Rivian (RIVN), que no estaba pasando por su mejor momento, o de placas solares como First Solar (FSLR) o SunPower (SPWR), podrían verse beneficiadas, al menos en el corto plazo.