España presenta una situación financiera curiosa y peligrosa para sus trabajadores al llegar a la jubilación. Por un lado, la pensión que otorga la Seguridad Social en España equivale al 77% del último salario. Este porcentaje es lo que se conoce como tasa de sustitución o de reemplazo, y la de nuestro país es la más alta de toda Europa. Por el otro, el aporte adicional del ahorro privado es significativamente menor, y las estimaciones más confiables lo sitúan en un 10%.
Veamos cómo es la tasa de reemplazo en la mayoría de países de la Eurozona:
Los países más «generosos», los más endeudados
Bien, lo primero que hay que añadir es que llama la atención que aquellos países que son más generosos de forma pública, son curiosamente los más endeudados de toda la Eurozona, y los más rescatados; España, Grecia, Portugal e Italia -curiosamente los llamados PIGS- ¿Será que cuando no hay un Estado saboteador hacia unos a costa de otros, la población aprende a invertir porque no le queda más remedio?
En cualquier caso, es crucial empezar a desarrollar vías de ahorro alternativas al sistema de pensiones, ya que organismos como la Comisión Europea prevén un notable empeoramiento de las condiciones de las futuras pensiones (públicas). Y es que aunque las pensiones están (y estarán) aseguradas, en un plazo de 10 años las condiciones empezarán a cambiar: la tasa de reemplazo disminuirá hasta que la pensión pública represente un poco más del 60%, ya que no quedará otra ante la contingencia de factores como las siguientes:
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La generación baby boom que se aproxima hacia la jubilación.
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Sus altos salarios y altas cotizaciones a lo largo de toda su vida laboral.
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La mayor esperanza de vida.
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Un menor número de trabajadores en activo.
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Y una inmigración de bajo valor, que difícilmente podrá cubrir las elevadas pensiones de trabajadores que han cotizado fuertemente durante 40 años.
En consecuencia, la característica principal del sistema público, su generosidad, se verá afectada.
La solución: planes de pensiones empresariales
En este contexto, desde el Gobierno se han modificado las condiciones para ahorrar en el segundo pilar (planes de pensiones colectivos empresariales) y el tercer pilar (planes de pensiones individuales), reduciendo los incentivos fiscales de los planes individuales. Esto se traduce en que se busca fomentar el ahorro empresarial a través de los planes de pensiones de empleo, que acumulan mayor patrimonio y tienen menores comisiones.
Sin embargo, a este respecto habría que añadir dos graves críticas. Por un lado, y tras asegurarnos que el sistema de pensiones es sólido -cosa que sabemos que no lo es-, a los cotizantes actuales nos tocará hacer un doble esfuerzo; pagar las todavía hoy generosas pensiones, y ver reducido el reemplazo de nuestra pensión pública futura. Y por el otro, que aunque los planes de pensiones empresariales pueden ser muy interesantes. ¿Por qué se desincentiva el ahorro y la inversión privada?, ¿Es que acaso tienen miedo a que si aprendemos a invertir, y gestionar nuestro patrimonio, pueda haber una mayoría que se empiece a cuestionar para qué los necesitamos?
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