En el último año, hemos asistido a tres momentos claves para la economía mundial que han hecho tambalearse los mercados mundiales. Es, sin duda, la primera vez que se han producido tantos sobresaltos en bolsa en tan corto espacio de tiempo.
Vamos a recordar en este artículo en qué han consistido y cómo el miedo se puede convertir en tu peor enemigo a la hora de afrontar los riesgos de invertir y llevarte a tomar decisiones precipitadas.
1.Devaluaciones en China
A principios de agosto del año pasado, el Banco Popular de China devaluó el yuan tres veces en 72 horas. La divisa china sufrió la mayor devaluación en más de veinte años, un 4,6 % frente al dólar.
Esta decisión del Banco Popular de China enseguida generó temores sobre el crecimiento de la segunda economía más grande del planeta. La consecuencia más evidente se vio el 24 de agosto, cuando se produjo el «lunes negro».
Se desplomaron las bolsas de todo el mundo. Las bolsas de Shangai y la de Hong Kong sufrieron las peores caídas —8,4 % y 7,8 % respectivamente— y contagiaron a las europeas, que cayeron un promedio de un 5 %.
Las bolsas americanas tuvieron un duro golpe y el Dow Jones cerró con una caída de 588 puntos. Las aperturas fueron con grandes huecos, superiores al 10 % en algunas bolsas del mundo.
El balance, en términos monetarios, fue una pérdida de 5 billones de dólares, casi un tercio del PIB estadounidense, en los mercados bursátiles globales en menos de un mes.
De hecho, en el caso del mercado chino, el lunes negro continuó en un «martes negro», que dejó a los índices del país por debajo de los 3.000 puntos.
Sin embargo, el tiempo ha demostrado que esta debacle financiera fue solo producto del pánico. Como recordó el ex consejero del Banco Mundial Mario Weitz en la V Convención de Eurekers, China no ha dejado de crecer. Lo que ocurre es durante 30 años lo hizo un 10 % anual y ahora lo hace un 7 %.
2. Alarma por los mínimos del petróleo
Una de las características más destacas del «lunes negro» fue la caída del precio del petróleo, que llegó a su nivel más bajo en seis años.
A este desplome del precio, contribuyó un exceso de oferta del producto por parte de la OPEP, mientras la demanda se mantenía débil, sobre todo en China.
En este sentido, hay que recordar que, antes del «lunes negro», el precio del petróleo ya llevaba tiempo cayendo y ha seguido bajando después, por las mismas razones. En enero, tocó mínimos de nuevo. El precio del barril de Brent había pasado de $115 a $30 en año y medio.
La pérdida de las petroleras había alcanzado los 250.000 millones de dólares, aunque, poco después, el sector experimentó un pequeño repunte en bolsa.
Sin embargo, la volatilidad del petróleo o de cualquier otro sector no tiene por qué afectar a un buen inversor con una cartera bien diversificada, como siempre aconsejamos desde Eurekers. Si tienes acciones de una petrolera, pero también de una empresa de energía eólica y de una tecnológica, la crisis del petróleo afectará mucho menos que quienes hayan invertido todo su capital en este sector.
3. La psicosis del Brexit
El último sobresalto en bolsa lo hemos vivido recientemente con el Brexit, del que ya te hablamos en el artículo Brexit: ¿cómo afecta el referéndum de UK al inversor?.
Como se esperaba, en un primer momento, el sí de los británicos a su salida de la UE provocó bastante revuelo en los mercados, principalmente en los europeos. Sin ir más lejos, el Ibex 35 sufrió el mayor desplome de su historia, al caer un 12,35 % justo el día después del referéndum, el pasado 23 de junio y con el mayor gap de la historia, superando el 17 % de perdida en la apertura.
Toda Europa cerró en rojo y la cotización de la libra cayó a niveles de hace 30 años en lo que se ha bautizado como «viernes negro».
No obstante, la semana siguiente, en general, las bolsas empezaron a recuperarse .
Lo que ha quedado claro es que estos tres sobresaltos en bolsa vividos en el último año han puesto a prueba el control mental de los inversores.
No han sido pocos los que, en vez de mantenerse firmes en su estrategia, han sido víctimas del pánico y se han lanzado a vender de forma indiscriminada, sin pararse a analizar cada acción y, probablemente, renunciando a posibles beneficios. Si miráramos nuestras inversiones con un horizonte temporal de aquí a 15 años, sería una manera estupenda de capear mucho mejor la incertidumbre constante de los mercados.
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