Recompensa / Riesgo

Una vez tenemos claras las etapas que debemos seguir para disponer de una operativa completa, seremos conscientes que aún habiendo valores que pueden subir, no lo harán ni al ritmo correspondiente ni en el tiempo deseable. Ilustraremos con un ejemplo:

Supongamos que nuestro método acierta el 34% de las veces y yo arriesgo 500 euros. Siempre que esa acción nos salga bien, como mínimo me debería dar 1500, ya que en caso contrario yo no ganaría realmente dinero puesto que por probabilidad, sólo una de cada tres el resultado sería favorable y en las otras dos perdería 500 en cada uno. Es decir, en las dos perdedoras acumularía un total de 1000€ de pérdidas (a las que habría que sumar las comisiones)

Riesgo global de cartera (II)


Se entiende por riesgo global de cartera el riesgo que en cualquier momento dado está corriendo una cartera.
 
Imaginemos que en una cartera de 10.000€ arriesgamos un 1% por operación y un 5% global de cartera. Compraríamos cinco acciones en primera instancia. Supongamos que de los 10.000€ hemos invertido 6.000€ y nos quedan 4.000€ sin invertir. Lo primero y principal es no tener ninguna prisa en invertir este sobrante. Este sobrante, en este ejemplo 4.000€, los invertiremos del siguiente modo:
 
Acabamos de comprar cinco acciones diferentes, y todas ellas tienen riesgo pero atención, cuando una acción deje de tener riesgo, esto es, cuando el precio de stop o salida se sitúe por encima de su precio de compra, esta acción ya no tiene riesgo y, por lo tanto, podríamos invertir en una nueva acción. Esta sería la sexta acción, la cual estaría en riesgo, junto con cuatro más y una acción que está libre de riesgo.
 
Podemos comprar una acción más y liberar riesgo como se refleja en este ejemplo:
Inicialmente compramos cinco acciones a 10€, colocando su punto de salida en 9,5€. Entonces supongamos que el precio empieza a subir. Llegará un momento en que subiremos el stop a 10€ o más. ¿Qué ocurre? Que esta acción ya no tiene pérdidas, ya no añade riesgo a nuestro capital y, por lo tanto, ya no corre riesgo en la gestión global de nuestra cartera. Este suceso nos permite comprar otra acción más.
 
Debemos tener claro cuál es la peor situación posible en la que puede incurrir nuestra cartera en caso de que mañana pasara un desastre como ha ocurrido históricamente con guerras, atentados o crisis financieras. La pregunta que debemos hacernos es: si mañana hubiera un atentado en el mundo, si mañana otra crisis mundial azotara los valores, ¿cuál es el capital máximo que perdería mi cartera? Si usted es capaz de contestar esta pregunta, empieza a estar cerca de ese 2% de operadores que ganan de manera continua porque –se lo garantizo– usted podría preguntar mañana a cualquier operador excelente si conoce el riesgo al cual está sometiendo su cartera, y el operador profesional le dirá, hasta con dos decimales y una exactitud absoluta, el riesgo exacto que su cartera está corriendo.
 
Simplemente su cartera está corriendo ese riesgo por la sencilla razón de que él como operador así lo ha estimado y aceptado, y está corriendo un riesgo con el cual se siente cómodo, puesto que si no fuese así, cerraría operaciones. Sabiendo cuál es el riesgo por operación que estamos dispuestos a asumir, el riesgo global de cartera que queremos mantener, debemos saber en qué momento o bajo qué circunstancias dejaríamos de operar o, al menos, bajaríamos el riesgo a uno menor. 

Riesgo global de cartera (I)

Se entiende por riesgo global de cartera el riesgo que en cualquier momento dado está corriendo una cartera.

Imaginemos un operador que tiene 10.000 euros y que quiere mantener un riesgo global de cartera al 5%. Esto significa que siempre, ocurra lo que ocurra, su cartera mantendrá una constante de riesgo del 5%, es decir, de 500 euros. Esto no quiere decir que compremos valores por importe de 500 euros, quiere decir que tendremos 500 euros de riesgo constante. Imaginemos, del mismo modo, que quiero manejar un riesgo por operación de 100 euros. Por lo tanto podría comprar cinco valores arriesgando 100 euros en cada uno de ellos, y en caso de que mañana ocurriera la peor situación posible, tan solo perdería el 5%.

Imaginemos que quiero comprar una acción a 10 euros, que tiene el stop en 9.5 (cambio de tendencia). ¿Cuantas acciones podría comprar a 10 euros, asumiendo que voy a perder 0.5 euros por cada una que compre y que estoy dispuesto a perder en esta operación 100 euros que es el 1% de mi capital? La respuesta es que podríamos comprar 200 acciones, puesto que si las compramos a 10 euros y bajan a 9.5, habremos perdido 100. Pero, ¿cuánto hemos invertido en esta acción? En realidad habremos invertido 2.000 euros, ya que doscientas acciones a 10 euros cada una dan un total de 2.000 euros.

Lo que hemos hecho es adaptar la volatilidad de una acción en particular (diferencia de mi precio de entrada a mi precio de salida) a nuestro capital.

Siguiendo con la misma línea, podríamos comprar otro valor a 50 euros con salida en 48. Teniendo 2 euros de volatilidad, si estamos dispuestos a perder 100 y lo dividimos por 2, que es la pérdida que asumimos por cada acción que compremos, podríamos comprar 50 acciones de esta compañía a 50 euros. Por tanto, estaríamos invirtiendo 2.500 euros en esta compañía.

Finalmente, encontraríamos un tercer valor, con un precio de compra de 100 euros y salida en 90. Por lo tanto, en este podríamos perder 10 euros por acción, y arriesgando 100 euros en esta sola operación podríamos comprar 10 acciones, resultando, en este caso, en una inversión de 1.000 euros.

Si hicieramos esto con 5 valores tendríamos una constante de riesgo global del 5% dado que en cada valor arriesgamos un 1%.

Riesgo por operación

El riesgo por operación es el riesgo que un operador asume cuando compra una acción. Para un operador no avanzado este riesgo significaría un cien por cien, ya que si compra una acción a 10 euros pero acepta que el valor baje a cero, acepta una pérdida de su capital del 100%. Para un operador que realiza muchas operaciones en muchos mercados diferentes, su misión consiste en arriesgar el mínimo por operación, manteniendo el riesgo global de su cartera constante.
 
Imaginemos que quiero comprar una acción a 10 euros, que tiene el stop en 9,5 (cambio de tendencia). ¿Cuantas acciones podría comprar a 10 euros, asumiendo que voy a perder 0,5 euros por cada una que compre y que estoy dispuesto a perder en esta operación 100 euros que es el uno por cien de mi capital? La respuesta es que podríamos comprar 200 acciones, puesto que si las compramos a 10 euros y bajan a nueve euros con cincuenta, habremos perdido cien. Pero, ¿cuánto hemos invertido en esta acción? En realidad habremos invertido 2.000 euros, ya que doscientas acciones a 10 euros cada una dan un total de 2.000 euros. Lo que hemos hecho es adaptar la volatilidad de una acción en particular (diferencia de mi precio de entrada a mi precio de salida) a nuestro capital.
 
Lo que estamos consiguiendo es adaptarnos a la volatilidad de cada una de las acciones. Si una acción tiene alta volatilidad, nosotros aceptaremos esa volatilidad adaptándola a nuestra cartera; por lo tanto, a mayor volatilidad menor inversión de capital. A menor volatilidad mayor inversión.
 

Gestión del riesgo

La gestión del riesgo, hace que los operadores obtengan en una misma línea de riesgo, muchos más beneficios que los que obtendrían sin gestionarlo. Esto se puede conseguir con estrategias más o menos complejas, pero considero imprescindible el uso de alguna de ellas.

Dado que siempre que compramos una acción estamos corriendo un riesgo, podemos adaptar ese riesgo a nuestro antojo, a nuestra personalidad.

Mi riesgo no tiene por qué ser el mismo que el suyo, ni el suyo ser el mismo que el de su mejor amigo puesto que el nivel de riesgo dependerá del daño psicológico que estemos dispuestos a asumir como inversores, no sólo cuando una operación salga mal, sino también en una secuencia consecutiva de operaciones.

Utilice siempre stops


Un stop de venta es una orden que se ejecuta si el precio es menor o igual que X. En el momento en que se cumple esa condición, se vende automáticamente.

Imagine que compramos una acción a 40 euros porque estimamos que va a subir. Supongamos además que si la acción baja, por ejemplo, a 38 euros, querremos salir de la posición, ya que nuestros pensamientos sobre la tendencia que llevaba el precio ha sido errónea.

Con el uso de un stop no tendremos la necesidad de mirar cada minuto ni cada día la bolsa. En el momento en que su precio toque los 38 euros, se venderá automáticamente y nos salvará en el caso de que la acción baje más.

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