La implantación y expansión del coche eléctrico y del coche autónomo no solo está suponiendo un cambio de paradigma en el sector de la automoción propiamente dicho.

La electrificación de los vehículos - ya sean híbridos completos, híbridos enchufables o eléctricos puros- tiene implicaciones más allá de la mecánica. Está impulsando la innovación en industrias relacionadas con los materiales que componen esos vehículos, ya que los plásticos y productos derivados se irán sustituyendo por productos fáciles de reemplazar.

En este sentido, los ingenieros y los diseñadores tienen ante sí el desafío de integrar múltiples disciplinas.

Según un informe de Deloitte, el impacto de la movilidad eléctrica en la fabricación de nuevos materiales se centrará concretamente en cuatro áreas productivas: materiales ligeros, revestimientos, materiales para las baterías y experiencia en el interior del vehículo.

Por un lado, los proveedores de materiales y los fabricantes de automóviles buscan reducir el peso de los vehículos con componentes más ligeros, pero igualmente seguros para sus ocupantes.

Por otra parte, respecto al diseño interior y exterior, primarán los criterios funcionales antes que los estéticos, por lo que se desarrollarán revestimientos externos más duraderos y más fáciles de limpiar, además de sistemas reflectantes, sensores y cámaras que aumenten la seguridad del vehículo.

Los interiores también están cambiando gradualmente. El mayor uso puede llevar a los operadores de flotas a renovar con frecuencia los acabados interiores, lo que requiere diseños y piezas que sean fácilmente reemplazables y resistentes al desgaste.

Asimismo, las innovaciones en la tecnología de las baterías también han influido en los materiales que las forman, con el objetivo de aumentar su autonomía.

Y, por último, la experiencia de conducción, que se está enfocando más a la conectividad y al entretenimiento, induce a la incorporación de pantallas OLED, materiales flexibles y superficies hápticas (que mejoran la experiencia táctil).